Matilda es un canto a la alegría y a la lectura: "Todas sus lecturas le habían proporcionado una visión del mundo que sus padres no habían experimentado jamas." ¡Ideal para leer en voz alta!
Las ilustraciones de Quentin Blake son increíbles.
"La tarde del día en que su padre se negó a comprarle un libro, Matilda
salió sola y se dirigió a la biblioteca pública del pueblo. Al llegar, se presentó
a la bibliotecaria, la señorita Phelps. Le preguntó si podía sentarse un rato y
leer un libro (…)
A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al
bingo, Matilda se dirigía a la biblioteca. El trayecto le llevaba solo diez minutos
y le quedaban dos hermosas horas, sentada tranquilamente en un rincón acogedor,
devorando libro tras libro. (…)
Los libros la transportaban a nuevos mundos y le mostraban personajes
extraordinarios que vivían unas vidas excitantes, navegó en tiempos pasados con
Joseph Conrad. Fue a África con Ernest Heminway y a la Inmdia con Rudyard
Kipling. Viajó por todo el mundo sin moverse (…) de aquel pueblecito inglés."
Fragmento
de Matilda, de Roald Dahl
María Gripe es una escritora sueca de referencia en el mundo de la literatura juvenil. Sus historias inquietantes y sensibles atrapan desde la primera página.
Dos autores españoles contemporáneos,dos novelas de aventuras basadas en otras obras literarias. Para leer, disfrutar y pensar.
"¡Todo está en los libros! ¡La cultura no es venir a clase cada día, aprenderos las lecciones como loros, que os pongan un seis pelado y pasar el curso! ¡La cultura es absorber la vida, aquí dentro y ahí afuera, estar abiertos a todo, no pasar de nada, tener curiosidad, y por encima de todo leer y leer, para ser felices, aprender, entender las cosas, hacer que el cerebro se engrase!" Palabras de la profe S.O.S. El asesinato de la profesora de lengua, de Jordi Sierre i Fabra
"La librería de viejo de Aurelio Roncali se llamaba Books Kingdom, o sea, El Reino de los Libros, y la marca estampada sobre la primera hoja de cada uno representaba una corona de rey encima de un libro abierto. Sara tenía muchas ganas de ir a aquella tienda pero nunca la llevaban porque estaba muy lejos.
Sara la imaginaba como un país chiquito, lleno de escaleras, de recodos y
de casas enanas, escondidas entre estantes de colores, y habitadas por unos
seres minúsculos y alados con un gorro en punta. El señor Aurelio sabía que vivían allí,
aunque sabía también que solo salían de noche, cuando él ya se había ido y
apagado todas las luces. Pero a ellos no les importaba eso porque eran
fosforescentes en la oscuridad como gusanos de luz. Segregaban una especie de
tela de araña, también luminosa, y se descolgaban por los hilos brillantes para
trasladarse de un estante a otro, de un
barrio del reino a otro. Se metían por entre las páginas de los libros y
contaban historias que se quedaban dibujadas y escritas allí. Su lenguaje era
un zumbido como de música de jazz, pero en susurro. Para vivir en Books Kingdom la única condición era que había que saber contar historias."
Fragmento
de Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite